Enrique de Borbón (heredero al trono de Navarra) y posterior Enrique IV, Rey de Francia, contrajo matrimonio en dos oportunidades. Primero con Margarita de Valois y luego en segundas nupcias con María de Médici, sin embargo a Enrique no le bastó con sus dos esposas y les fue infiel con numerosas amantes. Su confesor personal le reprochaba esta conducta constantemente, fue así que el enamoradizo monarca decidió darle una explicación al sacerdote y lo invitó a una comida en la cual solo se sirvió perdices. El monarca al ver que el sacerdote se había cansado de comerlas le pregunto sino eran de su agrado y este le respondió:
«Majestad… siempre perdiz…»
Y su majestad retrucó:
«¡Siempre reina!»
Inspira a quien quiera adentrarse en el mundo de las letras hermoso viaje a un encuentro ludico.